sábado, 22 de febrero de 2014

FEBRERO 23 DE 2014
SÉPTIMO DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

"Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra; al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto; y al que te obligue a andar una milla vete con él dos. A quien te pida da, y al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda.
"Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles?
Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.”
Mt 5,38-48

Cuando uno lee este Evangelio, la reacción inmediata es de  asombro, por no decir de rechazo, porque nos encontramos con una propuesta muy extrema: “al que te abofetee en la mejilla derecha”; teniendo en cuenta que la mayoría de las personas son diestras, significaría que la bofetada no sería con la palma de la mano sino con la parte de los nudillos y eso ya no es bofetada sino puño. Cuando se plantea una propuesta con esta exigencia desde el principio, lo único que se puede esperar es un rechazo de la misma o un sentimiento de impotencia por no poder llegar a cumplirla.
En contraste, el final del evangelio nos encontramos con una invitación bellísima a ser imitadores del Padre celestial: “Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial. “ Puesto frente a los dos extremos: el del principio que propone la actitud tolerante, incluso frente a la agresión física, y el del final que propone la imitación del Padre celestial mediante la búsqueda de la perfección, trato de encontrar un proceso que me ponga como objetivo la perfección y que me lleve al acatamiento de la propuesta de disponibilidad frente a la agresión física. Y, como el objetivo está al final, me dispuse a leer el evangelio al revés. Estos son los pasos de perfección que surgieron de este ejercicio:
Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial: Con una perfección que no es más que practicar la bondad con todos, con buenos y malos, al estilo de Dios que actúa de la misma manera con los justos y los injustos; por eso la perfección que propone el Evangelio sólo es posible cuando practicamos el amor a los enemigos. Esta perfección tiene que llegar hasta las últimas consecuencias; en el griego del evangelio la palabra que identifica la perfección es “τελειοι” (teleioi) que, teniendo como raíz “τέλειος” (teleios) que significa llegar al final, nos invita precisamente a eso a llegar al fin de la bondad con los enemigos: “no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra”.
Lo que tenemos claro desde el principio de este argumento es que a ese grado de perfección no podemos llegar de la noche a la mañana y que a esa meta se tiene que llegar mediante un “proceso de perfección”:
1.       Al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda: en el evangelio de Mateo es recurrente el problema de las deudas, es lo que podemos notar en Mt 6,12 y que repetimos cada que rezamos el Padre nuestro - perdónanos nuestras deudas, así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores – y que también podemos en 18, 23-35. En la escritura de Mateo, ese tema era relevante porque, en el ambiente del imperio romano y la persecución a los cristianos, los hermanos debían desplazarse de un lugar a otro en donde eran recibidos por otros hermanos. Dada la situación económica venida de la persecución, no sólo había que recibirlos sino prestarles dinero para sobrevivir los primeros días, además se debía prestar más dinero sin esperar que fuera pagado. Por  esta razón los posibles hermanos prestamistas rehuían a los caídos en la desgracia de la persecución.

No dista la realidad de las primeras comunidades de la de nuestros días; hoy muchas personas han caído en desgracia; después de haber tenido los recursos necesarios para vivir y han tenido que recurrir a las personas de buen corazón para recibir  una ayuda temporal, recibiendo de ellos una indiferencia que evade la responsabilidad con el que reconocemos como hermano.

Precisamente, en ese sentido va el primer paso de nuestro camino de perfección: no darle la espalda, ponernos de frente al hermano y mirarlo a los ojos reconociéndole su dignidad y mostrándole que no nos es indiferente su dificultad; que aunque no “podamos hacer nada”, su sufrimiento es un sufrimiento compartido.

2.        A quien te pida da: Esta experiencia es más exigente que la anterior. Cuando encontramos a alguien que nos pida, nos encontramos con un mendigo; con uno que pide y que no tiene con qué pagar o retribuir lo pedido. Esta persona que pide se convierte en piedra en el zapato porque se vuelve fastidioso, casi siempre sin querer porque su insistencia en pedir es producto de su necesidad. Entrar en relación con este tipo de personas es cansón y monotemático porque su vocabulario se reduce a dos palabras: deme y necesito.

Si antes la exigencia era no rehuir o no dar la espalda, ahora la exigencia es DAR, entendiendo dar como la donación desinteresada porque, en este caso específico, la esperanza de recuperar lo entregado es nula. Es la pretensión de poner al servicio del hermano nuestros bienes a sabiendas que no van a ser recuperados.

3.       Al que te obligue a andar una milla vete con él dos: Hasta ahora nos habíamos encontrado con dos tipos de personas: aquellas que, siendo de nuestros afectos, se vuelven gravosas para nosotros, en cuanto que no podemos colaborarles en su dificultad temporal y nos vemos tentados a darles la espalda; y, aquellas que se nos convierten en una verdadera carga porque no solo hay que sacarlos de los apuros sino que no hay que esperar lo que se pone al servicio de ellos sea devuelto.

Ahora nos encontramos con personajes más incómodos para nuestra vida de hermanos; son aquellas personas que establecen relaciones con uno, ejerciendo la fuerza. Son  aquellos que hacen que nosotros cedamos a sus caprichos y que, mediante de un abuso del poder, nos “obligan” a servirles cumpliendo sus antojos; son aquellas personas que tratan de establecer cierta relación entre amo y esclavo coartando la libertad de cada uno de nosotros.

Ante este tipo orgullo, la propuesta de perfección nos invita a la generosidad como método para vivir la libertad. Cuando el opresor nos pide un servicio, nosotros prestamos un servicio mayor con generosidad mostrando  que aun ante la opresión, somos libres para ayudar al hermano.

4.       Al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto: La situación planteada en este caso es dramática porque la palabra “PLEITO” hace referencia a un lio jurídico, en  este caso por la túnica que es de propiedad de quien pone la querella. Lo que está planteado es la situación de aquel que está siendo llevado a los tribunales, de aquel a quien le están haciendo pública su relación fracturada. Es la bochornosa situación del escarnio público.

Lo que propone Nuestro Señor en este asunto es presentarse al pleito con la idea de retener lo que el otro considera suyo sino entregarle aún más de lo pide.

5.       Al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra: a mi manera de ver este es el culmen de este proceso de perfección (bondad para con amigos y enemigos). Cuando se llega al colmo de la agresión física, cuando se pone en juego la propia integridad, entonces ahí es donde se puede mostrar la humilde majestuosidad de la perfección en la bondad. La exigencia es dura: ante la agresión del hermano, mostrarme indefenso, y, no sólo eso, ponerme dispuesto para la continuación de la tunda. Esa indefensión que se plantea en esta última (primera) exigencia, es la que en última instancia muestra un largo camino de perfección concluido.
Miremos en este camino de perfección de cinco punto un viacrucis personal en el que estamos haciendo imitación de Nuestro Señor Jesucristo que fue desde la donación de sí mismo con desinterés, pasando por la libertad para asumir su presidio y por la ausencia de defensa propia en un juicio, hasta llegar a la muerte en cruz; en la que su indefensión se convierte en el signo de la perfección reveladora de Gloria.

Si esta propuesta de perfección es un proceso ¿En cuál de los cinco pasos estás?

viernes, 27 de septiembre de 2013

A PROPÓSITO DEL TEMA DE LA UPB




Después de escuchar: la denuncia de Vicky Dávila sobre el pago de dinero para cambiar las notas en el sistema de la universidad y la entrevista que le hacen a la ministra de educación; y, después de leer la información sobre la posible intervención de la fiscalía, de me hago varias preguntas:

¿será que no había otro vocero de la universidad que fuera más ducho para tratar esta entrevista, de modo que no se dejara enredar por esa señora? ¿no sería mejor si el comunicador fuera más seguro a la hora de hablar de los delitos, de los implicados y de las acciones de la universidad? ¿será que mi amigo Juan Pablo Barrientos, que fue alumno y docente de la UPB, sintió, en su periplo por la misma, que las cosas se manejaban de la manera que el denuncia cuando dice que no puede creer que un funcionario que llevaba 10 años en la universidad sólo se le ocurriera cambiar notas en marzo de este año? ¿qué tienen que hacer los estudiantes en las aulas de clase, estudiar o engrandecer el indice de audiencia de la FM? ¿por qué no se revelan las supuestas fuentes que dicen que son cientos de personas las implicadas en esto?

También quiero hacer unas reflexiones al respecto:

La diferencia entre la denuncia y la  entrevista con la ministra es que, en la primera se encontraron con un tonto funcionario de la universidad que no fue capaz de hablar con claridad y seguridad frente a una falta disciplinaria, que a su vez es un delito; mientras que, en la segunda se encontraron con una ministra de educación que no se dejó envolver en la intriga periodística. La falta de seguridad del vocero llevó a que los entrevistadores lo volvieran ropa de trabajo y, junto con él a la universidad. el talante de la ministra llevó a que el tema, que empezó en laureles en laureles, terminara en Sabaneta con el problema de la universidad San Martín.

No entiendo por qué se da credibilidad a una fuente anónima y no a la misma universidad; hasta donde tengo entendido los archivos de estudiantes están dentro de la universidad, los computadores con las bases de datos están en la universidad y los que tienen la obligación de investigar son los peritos de la universidad. Luego, la fuente fidedigna es la universidad. Si hay otra fuente distinta a la universidad, sólo es creíble en la medida en que se identifique para saber la pertinencia de sus afirmaciones.

A mi me parece, siendo un pobre teólogo salido de esta universidad que, no tiene idea de política, comunicación o derecho, que hay una gran diferencia entre prudencia y ocultamiento de información: en la primera se ocultan las cosas para no obstaculizar un proceso iniciado, para proteger relaciones que se pueden ver afectadas o para proteger la honra y la buena fama (en este caso de la universidad. Pero, también de muchas personas que estudiamos o somos graduadas de esa institución). La segunda no es más que un ocultamiento sistemático que lo único que hace es eso: ocultar.

Encuentro muy interesante que los jueces protejan el sumario, que los gobernantes de las naciones tengan secretos de estado, que las empresas tengan secretos corporativos, todos estos sin ser catalogados de ocultadores; y que una universidad que se toma la libertad de no hacer público un problema para tratarlo de la mejor manera posible, ahora se le catalogue de cómplice de un delito porque no ha hecho todavía una denuncia.

Estoy de acuerdo en que los implicados en este tema tienen que ser castigados, con los castigos disciplinarios por parte de la universidad y con la imputación penal por parte de las autoridades. Lo que sí no me parece correcto es que se esté presionando un proceso que es de tratamiento exclusivo de la universidad. Cuando la universidad llegue al final del proceso y resulte que los implicados no fueron sancionados ni denunciados, entonces sí es el momento de intervenir para que no haya impunidad.

sábado, 28 de abril de 2012

¿EL BUEN PASTOR?



Este, como cada 4º Domingo de pascua, con motivo del tema que propone el Evangelio, se celebra en la Iglesia el día del Buen pastor. Como es común en esta fecha, las comunidades parroquiales se ponen en función de agasajar a los sacerdotes que el Señor ha puesto en medio de ellas para que ejerza la función de Jesucristo Buen Pastor; entonces es típico que todas las personas se organicen y preparen exquisitas comidas, deliciosos postres y buenos regalos, según las posibilidades de las personas que integran dichas comunidades parroquiales.

Por estos días nosotros recibimos camisas, camisetas, medias y pañuelos. Algunos reciben lociones y pantalones.  Y, los más de buenas, reciben sobres con algunos billeticos que siempre sirven para los gastos personales.

Como  yo soy humano, tengo que confesar que me ilusiono pensando en los posibles oferentes y, por supuesto, las posibles ofrendas que han de llegar en este día. Obviamente los espero porque, como todos los humanos cuando hacen la evaluación de su vida y su trabajo, siento que durante mi ministerio en la comunidad lo he hecho muy bien, incluso mejor que muchos de mis compañeros (claro está que no es una evaluación muy objetiva que digamos y que las conclusiones que salen de la misma pueden ser mentirosas).

Pero en medio de tanto estrépito producido por los sentimientos de los que estamos involucrados en esta celebración, no nos podemos olvidar que el día del Buen Pastor lo es porque el evangelio lo propone; entonces se vuelve necesario meditar la vida y el ministerio a la luz del evangelio proclamado. En ese sentido, en vez de alegrarme la fiesta, llegan a mí inquietudes que tienen que ver con la figura del pastor en mi historia determinada. Surgen las preguntas porque,  el ambiente eclesial sugiere entender que se es buen pastor porque se es sacerdote y que las ovejas son ovejas porque son las comunidades en las que trabajan los  sacerdotes; y todos, tanto pastores como ovejas somos metidos en el mismo costal que nos uniforma.

Si ese es el antecedente, es pertinente poner atención a lo que el evangelio me dice, para mejorar la imagen de pastor que me presenta el texto revelado y, así, mejorar mi imagen de pastor en la imitación de Cristo Buen pastor.

El evangelio que se proclama en el ciclo b es  Juan 10, 11-18 que dice así:

“En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos:

Yo soy el buen pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar.

Nadie me la quita; yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre”.


Y me suscita una reflexión respecto a mi ministerio que asumo tomando datos de este evangelio sin respetar el orden del relato.

1.       “Nadie me la quita [la vida]; yo la doy porque quiero”: ya en el inicio del relato el mismo Jesús va a hacer la aclaración que no es un asalariado y ahora afirma que Él entrega la vida porque así lo quiere; es decir que entrega la vida como acto de libertad. Es su decisión entregar la vida libremente, es la entrega plena y feliz de quien sabe qué hacer y decide hacerlo.


El primer requerimiento que tengo entonces para ser imagen del Buen Pastor es entender y vivir como quien asume  en el sacerdocio un acto de libertad del corazón que ama. Asumir la vida sacerdotal implica entender que mi ministerio no es fruto de la obligación profesional sino de la libertad de quien se siente llamado y decide decir que sí. Es entender que el obispo me manda y yo obedezco en el sentido de ubicarme en un lugar y para un trabajo específico. Pero  que mi trabajo y mi entrega no depende de ningún superior sino de mi libertad para decir que sí en todo momento y entregarme por completo a las personas a mi confiadas. Para ser ministro necesito de un superior que me encargue un ministerio, incluso nominal (párroco, vicario, capellán, etc.), para ser pastor sólo necesito mi libre determinación para entregar la vida.



2.       “A un asalariado no le importan las ovejas”: pero no basta con asumir el ministerio con libertad en la entrega, también es necesario entender dos cosas fundamentales para la vida sacerdotal:



a.       Entender que el sueldo, los emolumentos, el estipendio, o como se quiera llamar, no es el fin de la vida ministerial, es un medio para la vida personal y que es tan necesario como justo, pero no es el motor del ministerio. Me gano el dinerito porque trabajo y me lo gasto porque tengo obligaciones, pero no vivo mi vida sacerdotal para conseguir dinero.



b.      Entregar a las personas que se me han confiado la importancia que se merecen: hacerlas sentir que son el motivo de mi trabajo, saber de ellas, afectarme con su problemas, alegrarme con sus alegrías. Poner atención a las dudas, aunque me parezcan idiotas.



Para ser buen pastor es necesario que me importen las lagrimas de quien viene llorando a contarme su dolor, el comentario de quien tiene la idea de que me puede ayudar con su opinión y su sugerencia, los pecados de quien se acerca al confesionario para confiarme su vida (aun cuando se use la confesión para contar la vida de los que son cercanos al penitente).



Para se buen pastor necesito mostrarme de tal forma que las personas se sientan valoradas: cuando cantan así se desentonen, cuando leen así se equivoquen, cuando enseñan catequesis así carezcan de herramientas, cuando me entregan un obsequio así no sea de mi gusto y cuando me ofrecen comida así no tenga hambre.



Para ser buen pastor es necesario que las personas sientan felicidad al acercarse a mí y que desaparezcan sentimientos de odio y miedo con mi presencia. Es necesario hacerle entender a los laicos que son tanto o más importantes que yo porque en ellos veo la imagen de Cristo a quien sirvo.



3.       “Escucharán  mi voz”: por eso tengo que medir lo que digo y cómo lo digo:

a.       Necesito hablar de tal forma que mis palabras sean capaces de atraer, animar, congregar, debo tener cuidado para no decir cosas que alejen a las personas porque se sienten defraudadas y ofendidas.

b.      Necesito decir la verdad, no generar expectativas que no puedo cumplir, necesito exaltar a quien se lo merece y decir con caridad los defectos cuando sea necesario hacerlo.

c.       Necesito hablar Evangelio, no puedo decir otra cosa porque el motivo del ministerio es hacer presente la buena noticia de redención.

d.      Que mis palabras muestren la iglesia porque si muestro una realidad distinta, entonces no soy el pastor que congrega sino el sujeto que separa.



4.       “Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí”: Cuando estaba haciendo estudios de posgrado, en una de las clases me tocó ser compañero y Adem, un turco, musulmán, que de joven le tocó ejercer labores de pastoreo. Él nos explicó por qué el pastor separa las ovejas de las cabras y, palabras más, palabras menos, el motivo es porque son distintas y el pastoreo es diferente. Precisamente a eso tengo que aludir cuando pienso en la frase “conozco a mis ovejas”. Es que yo no puedo pensar que todos se pueden meter dentro de la misma categoría de ovejas; tengo que pensar más bien en qué tipo de ovejas me entregó el Señor.

Para ser Buen Pastor, no puedo caer en la tentación de tratar a las personas al bulto, de no poner mi atención en su cultura, su nivel económico, su nivel educativo, su edad, su sexo, sus costumbres, el modo de ser barrio o familia, las condiciones políticas, deportivas, la diversidad religiosa y todas las cosas que identifiquen a las personas con las que comparto y trabajo. Es derecho de mis fieles que yo los trate desde su peculiaridad. Aunque la Iglesia es una, también es diversa y eso siempre lo tengo que tener presente, esforzándome por descubrir esa diversidad.

Seré un Buen pastor cuando sea capaz de identificarme no como un padre sino como el padre Giovanny, el que tiene la sacramentalidad de la ordenación como es característico de los hombres de manos ungidas, pero que tiene valores agregados que lo hacen peculiar. Quizás dicha peculiaridad trae, tras de sí, una cantidad de defectos que no puedo esconder si es que quiero que mis ovejas me conozcan.

Es necesario que mi comunidad no me sea extraña, que yo no mire la misma como una más igual que las otras. Es perentorio que yo no tenga ovejas sino mis especiales ovejas y que utilice ese conocimiento adquirido de ellas  para hacer más efectiva mi acción pastoral, porque sólo cuando se conoce a las personas se tiene un buen punto de partida para una evangelización que de frutos.

5.       “Y habrá un solo rebaño y un solo pastor”: todas estas características que me propone el evangelio se me presenta como metodología para lograr un solo objetivo, la unidad del redil. En última instancia los frutos de mi trabajo pastoral no se miden por las obras materiales que haga o por la innovación en la celebración de los sacramentos o por la creatividad en la ejecución de los programas pastorales; se mide porque tengo un redil que permanece unido y que fortalezco en esa unidad para que juntos caminemos hacia las verdes praderas que encontraremos cuando unidos podamos vivir el reinado de Dios.

Termino mi reflexión pidiendo perdón por todas las veces en que he sentido que mi trabajo es imposición, por todas las veces en las que he actuado por motivaciones distintas a entregar la importancia que se merecen mis ovejas, por todos los momentos en los que he sido imprudente con mis palabras o con mi silencio causando dudas y divisiones. Pido perdón por los momentos en los que he caído en la tentación de encasillarlos a todos de la misma manera y por aquellos instantes en los que me he mimetizado en un sacerdocio sin poner mi propia identidad.  Pido perdón por las veces en las he sido causa de división.

Pero también pido oraciones, por mí y por todos mis hermanos,  para que seamos sacerdotes santos imagen visible del que definitivamente es EL BUEN PASTOR, NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

viernes, 24 de febrero de 2012

¿LOS GUERREROS NUNCA MUEREN?



 
Me encontré con esta foto, esta mañana, en el perfil del facebook de una buena amiga que, al igual que yo, es hincha del poderoso. Yo también me lamento por las tres vidas que se perdieron en este accidente; lo que no puedo es dar categoría de héroe a quienes hicieron algo que no tiene nada de heroico.

En primer lugar, las personas que han fallecido son menores de edad que, en vez de ser trotamundos de su “equipo del alma”, tendrían que estar estudiando y preparándose para ser personas de bien. No puede ser que unos niños abandonen sus estudios para seguir a un equipo y lo único que reciban de sus padres es una actitud resignada de personas que ven cómo sus hijos salen todas las semanas a distintas ciudades del país y no son capaces de poner el orden en sus vidas. Yo no veo nada de épico en personas que abandonan su educación por cosas que son accesorias en la vida de cualquiera, por mucho que sean las cosas del equipo que siento que es “mi vida… mi alegría… lo más grande que tengo en la vida”[1]

Efectivamente, hay personas que abandonaron sus estudios y se han dedicado a vivir la vida de forma heroica:
        
     En 1691, Sor Juana Inés de la Cruz, poeta y humanista mexicana, abandonó sus estudios y se dedicó a la contemplación y fruto de eso, surgieron varios escritos que son productos venidos de la experiencia mística y que son reconocidos por los humanistas y amantes de la poesía en el mundo[2].
      Estanislao Zuleta (pensador antioqueño), “Cuando cursaba cuarto de bachillerato abandonó los estudios y se dedicó a estudiar por su cuenta.  A partir de ese momento incursionó en los campos de la literatura, historia, filosofía, teoría del arte, ciencias sociales”[3] y es reconocido por el aporte que hizo a la vida universitaria e intelectual en Antioquia.

·        Monseñor Oscar Arnulfo Romero, cuando tenía doce años, abandonó sus estudios y se dicó al aprendizaje de la música y la carpintería y eso le sirvió para tomar partido por los oprimidos en las dictaduras del Salvador hasta dar su vida y ser reconocido como “el profeta y mártir de las Américas”[4].
Lo que no se puede decir es que hay mucha gracia en que unos jóvenes abandonen su estudios por seguir a un equipo.

En segundo luga, no tiene nada de heroico desobedecer a los padre: en la edición de Q’ hubo de hoy algún familiar de uno de los fallecidos afirmaba que los padres le insistían en que debía estudiar, que no debía seguir saliendo a acompañar a su equipo de esa manera porque pasaría grandes peligros cada que emprendieran un viaje. Este familiar relataba cómo, a pesar de ello, la joven se perdía unos días antes del partido de visitante y regresaba dos o tres días después.
En el siglo VIII, Santa Librada desobedeció a su padre que la había prometido en matrimonio, pero para abrazar la castidad; al igual que Santa Cecilia en el siglo II. Pero exaltar la conducta desobediente de unos muchachos por estar detrás de un equipo es deformar la imagen de las actitudes heroicas.

En tercer lugar, no se puede igualar la imprudencia con el heroísmo. Los relatos del hecho afirman que estos muchachos emprendían sus travesías sin un peso en el bolsillo. Motivo por el cual, seguramente los integrantes de la rexixtenxia norte los consideran “guerreros” (ver la foto del inicio). Pero no puede compararse esta actitud con un acto de guerra, porque hasta para la guerra se aprovisiona a los soldados con dotación y raciones de campaña. El hecho de partir sin dinero de un lugar a otro (con excepción de situación dramática y urgente) es una decisión imprudente porque no sólo se parte poniendo la vida en manos de la suerte, sino que también se cierran las puertas auna posible comunicación con los seres queridos en caso de emergencia.

En otro aspecto de la investigación que han hecho los medios sobre accidente, nos encontramos con que estas personas viajaban como polizones en un tracto-camión. Este hecho no es sólo una imprudencia sino un delito; la ley tipifica esta conducta como tal, precisamente porque hacer estas cosas pone en peligro la vida de las personas. Yo imagino que hoy nadie pone en duda la peligrosidad del viajar “coliado”. Si viajar como polizón se tipifica como delito, entonces no podemos ponderar la conducta de unos jóvenes que se movilizan delictivamente. 


En conclusión, me parece que este accidente tiene que hacer algo más que producirnos tristeza por la partida de los muchachos; que tiene que producir momentos de reflexión:

·         Para los padres: que puedan entender que hay veces hay que ejercer la autoridad con sus hijos porque lo que está en juego es la vida de los mismos.

·        Para los jóvenes: que piensen antes de actuar, que no hagan las cosas movidos por la pasión, porque la pasión es la peor de las consejeras.

·         Para los aficionados: que no convirtamos en actos heroicos la pérdida de vidas de los que actuaron utilizando mal su juicio. Que entiendan el futbol como lo que es: un juego que empieza en el minuto cero y termina en el noventa, que caigan en la cuenta que antes y después de los partidos lo único que hay que hacer es vivir de la mejor manera posible.

muchachos, que descansen en paz,
que ahora que se alejan del equipo de sus amores, se encuentren con EL PODEROSO que los ama y los recibe con inmensa alegría en su gloria,
que el ejemplo de su muerte sirva para que se eviten muchas otras de muchachos como ustedes.
desde hoy oro por ustedes y espero que ustedes, desde la casa del Padre, oren por nosotros.

sábado, 31 de diciembre de 2011

LA ANSIEDAD POR EL FUTURO

La última parte de mi reflexión tiene que ver con el deseo que tenemos todos de que el año venidero  traiga consigo muchísimas bendiciones. Todos buscamos que eso acurra y, como no tenemos el control sobre los acontecimientos de la historia, nos llenamos de ansiedad por ese tiempo nuevo al que nos enfrentamos. Porque estamos ansiosos, estamos en una constante búsqueda del método para alcanzar la tranquilidad mediante la mínima seguridad de que las cosas van a ser como nosotros las esperamos.

Precisamente, ahí aparecen los agüeros como prácticas en donde encontramos dicha seguridad; pero yo me haría algunas preguntas ¿Si es santo practicarlos? ¿Si son efectivos? ¿Si determinan la historia?

Algunos teólogos modernos piensan, cuando se refieren a la creación, que no hay nada tan sagrado que no tenga algo de profano y nada tan profano que no tenga algo de sagrado; concepto que yo acepto. Lo que pasa es que la sacralidad de las cosas creadas no radica en que puedan tener características de Dios sino en que son creación de Dios. Por otra parte, en el Catecismo de la Iglesia Católica, en el numeral  2113 nos invita, de manera tácita, a no divinizar algo que no es Dios, por muy creación de Él que sea.

Fundamentado en lo anterior, no puede ser santo practicar actos cabalísticos con motivo del inicio del año, primero porque profanamos lo que de sagrado tengan las cosas creadas por Dios, segundo porque caeríamos en idolatría y tercero porque desplazaríamos a Dios de la historia, que es también creación suya, para dar paso a otras cosas que supuestamente la predeterminan.

Respecto a la efectividad y predeterminación de la historia, del uso de los agüeros, con todo respeto tengo que decir algunas cosas que presentaré de manera jocosa:

En el último día del año que termina y, en algunas casas, en la media noche muchas personas hacen “limpiezas” con inciensos y sahumerios para sacar de la casa las malas energías y los malos espíritus, de modo que el nuevo año comience libre de malas influencias. Sin embargo, con el pasar del tiempo las “malas energías” siguen rigiendo la casa ¿Qué pasó? Que tal práctica no sirvió porque la buena energía tiene un solo origen: el corazón del hombre que ama. Pero no le quitemos todo el beneficio al sahumerio, la verdad si tiene una utilidad muy conveniente porque por medio de él se pueden espantar los moscos y los sancudos de nuestras casas.

Cuando nos estamos poniendo el atuendo para el fin de un año y el inicio del otro, otra costumbre es ponerse ropa interior de color amarillo para atraer la prosperidad y para tener suerte en los temas del amor. Esta práctica inició siendo característica en las mujeres pero se ha ido expandiendo a los hombres. Pues bien, conozco a muchas personas que no han tenido dicha sentimental y que todos los 31 se ponen los cucos amarillos.
¿Cómo serían efectivos los cucos amarillos?

La respuesta es sencilla, póngase los cucos amarillos que mejor le queden pero póngaselos sin falda; muy seguramente algún príncipe azul le verá sus cucos y se enamorará de usted.

En la media noche muchos se disponen a usar los agüeros que les han venido por tradición cultural y familiar, entre ellos están:

a.       Comer doce uvas rápidamente mientras suenan las doce campanadas del reloj: primero que todo, no todo el mundo puede practicar esta costumbre porque no todos tienen reloj de pared que le toque campana doce veces. Segundo: los gastroenterólogos dicen que uno tiene que masticar bien para evitar la gastritis, entonces lo que entrega la práctica de las doce uvas es una inmensa probabilidad de que el año que comienza tenga problemas gástricos.

b.      Algunas otras personas utilizan las lentejas y otros granos como mecanismo para atraer prosperidad; algunos tiran dichos granos y otros los dejan expuestos en diversos recipientes. No sé qué tan próspero sea botar la  comida y además lo único que sé que atraen los granos es las cucarachas y los ratones.

c.       Hay quienes se bañan con leche, es decir, llenar una bañera de leche y se meten en ella. Estas personas no tienen que hacer nada para ser prósperos porque ya los son pues la leche subió de $200 quedando a $1900 el litro, si uno tiene el suficiente dinero para comprar la cantidad de leche como para llenar una bañera ¿para que pide dinero si ya lo tiene? Sin contar que es pecado gastar la leche en eso cuando hay personas menores que están condenados a ser mayores con osteoporosis porque no consumen la leche que les suministra el calcio.

d.      Muchos se bañan con diferentes cosas a la medianoche (champaña, rosas, etc.) para lograr mejor suerte. Lastimosamente, lo único que logran es una gripa.

e.      No falta quien dé la vuelta a la manzana con las maletas para augurarse un año lleno de viajes: es una práctica buena, no para los que la hacen sino para los que la miran, porque se burlan de los que la hacen.
En síntesis, los agüeros son prácticas que, además de inútiles, son pecaminosas porque nos ponen en la posición de quien peca por adivinación, hechicería e idolatría; que son pecados contra el primer mandamiento. Y sería una lástima que el deseo de iniciar bien el año termine con la certeza de que lo hemos comenzado cometiendo pecados; y más lastimoso aun sería quitarle el dominio de la historia al dueño de la historia.
Todos tenemos el derecho a estar ansiosos por el tiempo que ha de venir, es natural del hombre, pero manejemos la ansiedad y preparémonos de la mejor manera.
·         Tengamos siempre presente que el dueño de la historia es Dios, entonces pongámonos en sus manos para que Él nos lleve por el tiempo nuevo fortalecidos de modo que las muchas alegrías no nos eleven hasta perdernos de la realidad y las muchas tristezas no nos tumben hasta destruir la vida.

·         Practiquemos como rito de fin de año la oración en familia, dicho rito es bien efectivo porque renovamos la conciencia de que Dios está en la historia y que no nos abandona nunca.

·         La mejor manera de recibir el año es hacerlo con el corazón limpio, entonces no está de más que se acerquen al confesionario para hacer un buen lavado del corazón.

·         Recordemos que la historia no está construida, hay que irla construyendo, labrándola con paciencia, con alegría y poniendo en ella todo nuestro empeño. La fortuna, la verdadera fortuna es aquella que viene porque pongo todo de mí para que las cosas salgan bien; puede que muchas veces no resulten como lo esperaba, pero soy afortunado porque lo dejé todo en la construcción de mi vida.
Terminada mi reflexión, no me queda más que desearles inmensas bendiciones para el año que entra y pedir por usted para que el Señor de la historia les conceda dicha y felicidad.
FELIZ AÑO NUEVO 2012

viernes, 30 de diciembre de 2011

LOS EXCESOS DEL PRESENTE

1.       LOS EXCESOS DEL PRESENTE
Algunos para olvidar las huellas del pasado, algunos otros queriendo mostrar la buena fortuna que han tenido durante el año, y otros queriendo silenciar la vos de la conciencia; eso sí, todos con muy buenas perspectivas para el futuro, deciden botar la casa por la ventana.
 

Parece ser que la estética de lo excesivo es la que predomina a la hora de intentar despedir el año que pasa y recibir el que viene; por eso no es raro encontrarnos con infinidad de personas que pierden la mesura para vivir este específico presente transitorio (aunque decir presente y transitorio es un pleonasmo). Estos excesos los clasifico en tres grupos:

a.       LOS EXCESOS AL VESTIR:
     La cultura en la que vivimos nos indica que  en el final del año debemos vestir con ropas nuevas, seguramente para recibir el nuevo año con las mejores vestiduras. Es que el ambiente cabalístico de la espera del tiempo venidero así lo pide. Sin embargo, nos encontramos con excesos diversos a la hora de elegir la forma de vestir y los atuendos que vamos a lucir.

Es muy común encontrarnos con personas, de escasos recursos económicos, que  para el 31 de diciembre están ataviadas con vestiduras que sobrepasan sus ingresos: el que gana un salario mínimo “invierte” dos en los vestidos del fin del año; el que es moderado en su atuendo, el 31 se viste de forma exuberante; la mujer recatada aparece como la más atrevida; y el que no usa accesorios, se presenta ante el mundo como un exhibidor de bisuterías. Añadimos a los vestidos: relojes lujosos, anillos aparentes, cadenas y collares llamativos. Compramos sombreros que sólo usamos ese día y billeteras que estarán llenas solo durante esa noche (porque al otro día amanece vacías).

b.      EXCESOS CON LA COMIDA Y LA BEBIDA:



Es bien interesante este fenómeno: los economistas afirman que las familias son capaces de sustentar su canasta familiar si, por lo menos, dos de sus integrantes ganan el salario mínimo; con ese dinero las familias tienen que destinar siquiera la tercera parte para comprar el mercado para un mes, si hacemos la cuenta, con el salario mínimo de este año, que multiplicado por dos es un total de $1’070.000, la tercera parte de ese monto es de $356.000 que cubriría los gastos alimenticios de un mes en la mayoría de las familias colombianas.

Cuando vamos a los restaurantes, en las cartas que nos presentan para que elijamos el plato preferido, la porción máxima de comida que se ofrece, con el aval del ministerio de salud, es la de las carnes que se sirve en presentación de un corte de 500 gr. Para el resto de los platos, las porciones  no superan las cinco cucharadas del producto (arroz, ensalada, pasta, etc.).

Este preámbulo hace notar los excesos en la comida, pues para la cena de fin de año preparamos un gran banquete que sobrepasa el presupuesto del mercado de todo un mes y que supera las porciones suficientes para que queden satisfechos todos y cada uno de los miembros de la familia.

Tengo que confesar que, en el caso de los pobres, alcanza a alegrarme porque el que come boje puede comer carne; el que toma caldo, come sancocho; el que como huevo, come gallina y así sucesivamente. Pero no deja de preocuparme las personas que para la noche de fin de año compran 1Kg de carne por cada uno de los comensales, las que compran un inmenso marrano para que festejen 20, a lo sumo 30 personas. Las familias que hacen olladas grandísimas de   pastas, papas, arroces y postres que exceden las necesidades reales de las familias.

Lo gracioso es que comemos por montones teniendo la conciencia mágica de que, por esa práctica, auguramos la no falta de comida durante todo el año. Pues tal augurio se hace realidad, por lo menos los cinco primeros días del año, porque no falta la comida al seguir consumiendo de las  viandas que sobraron de la fiesta del 31. El 6 de enero todavía estamos acabando con el arroz con coca cola, el chicharrón, la carne que sobró del asado, el postre que sigue en la nevera. Eso  sí, nos lo comemos por no botarlo, pero nuestro real deseo es que se acabe rápido porque ya no queremos saber nada de los alimentos que hemos consumido durante los últimos ocho días.



Si ese es el panorama con la comida, no podemos decir menos de la bebida: en esa noche concluyente las personas queremos compartir una copa con nuestros seres queridos, cosa que está bien, si se compartiera una, el problema es que las compartimos todas. Para mí, el 31 de diciembre es el día del año en el que todos beben; los que son bebedores porque es normal, lo que no beben durante el año, porque es fin de año.

Es impresionante el panorama: somos insaciables, no nos conformamos con los tragos para compartir con los familiares, no estamos contentos con el vino del brindis del nuevo año y, para los que fumamos, no nos contentamos con algunos cigarrillos que acompañan los tragos. En estos tiempos el licor tiene que fluir de forma constante como fluye el agua de los ríos y el humo tiene que elevarse al cielo continuamente como en las chimeneas de las empresas.

No existen límites, el licor tiene que estar presente en demasía cueste lo que cueste. Se tiene que consumir permanentemente, aunque ya se haya perdido la conciencia. No nos limitan los hijos que casi siempre están con nosotros en estas fiestas, ni los padres que sufren al vernos en estado de alicoramiento. No nos frena el carro o la moto que tenemos que manejar después de la parranda. No pensamos en el guayabo del día siguiente, ni en la falta de dinero  que viene después de comprar una gran cantidad de botellas.

Pasadas unas horas del primer año, se pasa del ambiente festivo al carnaval de personas que vagan sin sentido mostrando que su borrachera es el signo de “la alegría, prosperidad y dignidad” que les ha de venir en el nuevo año.

c.       EXCESOS AL FESTEJAR:
En el momento del jolgorio, también aparecen los excesos: nos parece que cualquier manifestación de alegría nos queda chiquita y pretendemos magnificar dichas manifestaciones para que demuestren el real tamaño de la misma.

Nos encontramos con desmesuras como estas:


                                                               i.       El espacio donde festejamos tiene que ser inmenso, pareciera que, con el inicio del nos convirtiéramos en personas más vastas y más altas con respecto al resto del año. Es bien interesante ver que en una acera están bailando a sus anchas los integrantes de una familia de tres personas; que en una calle, que se cierra ilegalmente con costales y cuescos, rumbean veinte personas y, paradójicamente, la calle está completamente cerrada y las personas está bailando en la acera. Los que tienen casas grandes necesitan una finca, los que tienen casa pequeña necesitan sala grande, nadie está confirme con el espacio, todos necesitamos de un lugar más extenso.

                                                             ii.    La música tiene que escucharse con un volumen ensordecedor, en esta época no es raro encontrarse con bafles del tamaño de una nevera y con volúmenes equivalentes a los que se usan en los conciertos para miles de personas en los tablados de las ferias de las flores. La verdad yo no entiendo como se hace en este día para hablar con los compañeros de parranda.

Yo soy sacerdote y me he dado cuenta de familias que celebran con sonidos estridentes al lado de familias que están de luto o que tienen en su casa a un enfermo en estado grave o terminal. También, precisamente por mi oficio tengo noticias de personas que son víctimas del trasnocho por el volumen de la música y, aun así, tienen que madrugar a trabajar; yo mismo he sido víctima de eso.

                                                            iii.       La pólvora, de por sí, ya es un exceso; no obstante, el 31 de diciembre el exceso es superlativo porque aparecen los muñecos con una cantidad de pólvora que pone en peligro la vida de personas. Muchos niños que la manipulan lo hacen en tarros de leche, alcantarillados y casas vacías y hacen caer en un ataque de nervios a los que son testigos de semejantes estruendos. Los voladores están al orden del día y no ha de faltar el borracho con ínfulas de llanero solitario a quien se le ocurre  que es divertido dispara tiros al aire.

Tres cosas tengo que decir con respecto al uso de material explosivo: en primer lugar me parece una injusticia gastar el dinero en algo que dura lo que se prolonga un estallido. En segundo lugar me parece delincuencial porque pone en riesgo la vida de las personas, sobre todo las más débiles. Y, por último, me parece que es peor que la música a alto volumen, porque la música tiene un volumen más o menos constante, situación que hace que el oído logre acostumbrarse y se pueda lograr  el muy preciado sueño; pero la pólvora produce un estallido intermitente que no acostumbra a ningún organismo y que hace padecer de insomnio a los que necesitan dormir mientras los demás celebran.

Gracias a Dios, esas desproporciones sólo duran una noche y un día, porque si durara más, asistiríamos a la destrucción del hombre al no conocer límites para sus conductas.

Ante tales excesos ¿Qué tenemos que hacer?

 En primer lugar, vestir con recato, nosotros tenemos que brillar porque somos personas no porque nos ponemos cosas lujosas. No quiero decir que no se estrene, por el contrario, si existe la posibilidad no se puede perder la oportunidad de hacerlo. Pero que la ropa muestre lo que somos. Tengamos en cuenta que el vestido habla muchísimo de nuestro grado de humildad u orgullo y abre las puertas o no a la relación con las demás personas.

En segundo lugar, comamos y bebamos con mesura: en el caso de la comida, nos mesuramos para comer sólo lo necesario, para no tener que comer toda la semana lo mismo, para no tener quebrantos de salud, para tener el dinero suficiente para el mercado de 2012 para no tener que caer en el pecado de la gula. Con respecto al alcohol, nos mesuramos para no perder la conciencia, no ponernos en riesgos de pecar o de cometer errores, para conservar la dignidad, para poder disfrutar de la mejor manera de la mañana del nuevo año, para no tener nada de qué arrepentirnos y para administrar el dinero de forma asertiva.

En tercer lugar, festejemos con prudencia porque no todos tienen que escuchar la música que yo escucho, porque es muy posible que haya personas tristes, enfermas o con necesidad de dormir para madrugar a trabajar. La prudencia, si es que se tiene, nos va a decir que no tiremos pólvora y no disparemos tiros al aire; porque no vale la pena poner en riesgo la vida y la integridad de las personas sólo porque nos parece que los estruendos y estallidos demuestran la alegría tradicional del inicio del año.

Ante todo busquemos conservar el  equilibrio, que la celebración del presente no se nos salga de las manos. Que el objeto, que es festejar la alegría del presente, se cumpla y que no termine por convertirse, no sólo en un objetivo no cumplido sino el primer motivo de arrepentimiento del año que comienza.